miércoles, 5 de agosto de 2020

CRÓNICA: “La Humillación al Pueblo Por Parte de Una Jungla Vestida de Verde”


Autor: Kevin Contreras

CRÓNICA: “La Humillación al Pueblo Por Parte de Una Jungla Vestida de Verde”



“Se la tiraron en el suelo, como si fuera a un perro”

Para comenzar este intento de “crónica”, comienzo con que se supone que la “bolsa solidaria” en Honduras, la tendrían que repartir cada 15 días para una población que está en casi el 70% de pobreza y casi obligada en un confinamiento, llevan 2 o más meses que ni las entregan, perfecto. Hoy vuelven a repartirla en diferentes sectores de la ciudad

Hoy, tuve que ir a dejar un encargo a un amigo en mí misma colonia, eran alrededor de las 01:15pm, estaban los camiones de los militares distribuyendo esas bolsas para ir “casa por casa” a dejarla.

Mientras yo esperaba a mi amigo, pasó una Sra. de la tercera edad, vendiendo “Bon Ice”, casi llorando llegó donde estaba yo y me dice: “mire que no me quisieron dar una bolsa, que malos son, yo no he vendido nada y no puedo estar en la casa porque de esto vivo”. Me dio tanto coraje que me acerqué donde unos de los militares y les dije: “Óiganme porque no le ayudan a la Sra.” Lo cual uno de ellos me dijo “Nosotros no somos los encargados”. Seguido de esas palabras le dije a la Sra. que se que se quedara allí: fui donde el “coronel encargado” y le dije que si por favor le podían ayudar a la Sra. Como son unos altaneros ni me habló e hizo el “mate” de hacer una llamada y al rato le dijo a uno de esos militares que le dieran una bolsa a la Sra.

Yo mientras le cuidaba la carreta y esperaba a mi amigo, ella fue a qué le entregaran su bolsa. ¿Saben lo que hicieron? Se la tiraron en el suelo, como si fuera a un perro, yo me quedé impactado al ver la humillación que le hicieron a la humilde Sra. Solo los quedé viendo con una cara que les dije todo.

Al rato la Sra. me dijo: “Pucha gracias, ellos me dieron la bolsa”. Yo solo le dije: “Se la dio el pueblo, los militares solo están haciendo su trabajo, además en ella están sus impuestos”. Dos de esos tipos solo me quedaron viendo.

La Sra. se fue, a los minutos vino mi amigo por el encargo, eran ya como la 1:30pm, y, seguido venía el Sr. que vende conos con la tradicional “campana” y me dice: “Usted cree que puedo conseguir una bolsa”, a lo cual yo le dije “claro que sí”. Pero como el dichoso “coronel” no estaba, dejaron encargado a otro, el Sr. fue y ese otro tipo, literal lo ignoró en tres veces, yo solo lo observaba desde el otro lado de la calle, el Sr, se cruzó y me dice “No, yo no les voy a estar rogando, más lo humillan a uno de pobre”

Se me hizo un nudo en la garganta y me dio más coraje de la que ya tenía, agarré valor y me crucé la calle, me paré frente a ese mequetrefe y le dije: “Disculpe, él Sr. le está hablando hace rato y usted solo lo ignora”. Solo me dijo: “Mirá. Yo no soy el encargado de eso, además tienen que estar en la casa para que se les dé la bolsa”.

Yo sé que la mayoría de militares no son estudiados, pero creo que no hay que ser estudiado para no saber lo que pasa a nuestro alrededor, pero le señalé la carreta de conos y le dije, “usted cree que ese Sr. puede estar en su casa esperanzado a ustedes, esa carreta que ve allá, es de él”. El muy malcriado se levantó y se fue para donde estaban los demás inoperantes.

En todo eso estaban dos señores súper humildes que estaban sentados allí, esperando que una nube ocultara ese sol ardiente, son campesinos de aldeas pobres económicamente.

Yo sentía que me iba a dar algo, pero no sé si de la cólera o del sol espantoso de esa hora. Le volví a decir al Sr. Que fuera donde uno de los militares; en lo que él fue desde lejos me hizo un movimiento con la cabeza como diciéndome “NO”. En eso recordé lo que una catedrática de la universidad me aconsejó una vez: “Kevin, en momentos difíciles, usted actúe como un periodista y siempre defienda a la gente humilde como sea”.

Me volví acercar a donde estaba toda esa jungla con trajes de color verde y le dije al encargado: “Caballero, soy periodista, desde hace ratos estoy observando como están humillando a éste Sr. Que simplemente está viviendo del día a día”, a lo cual el me respondió: “Es que son las guías de familia que llevan el control”. Y todavía yo viéndole los papeles en la mano le dije: “Así como se la dio a la Sra., se la puede dar a él”. No tuvieron más remedio que dársela, en lo que le estaban pidiendo los datos yo le dije a los dos campesinos que estaban allí que se acercaran para que a ellos también les dieran la bolsa solidaria. Y me alejé.


¿Saben lo que hicieron?

Nuevamente les tiraron como perros las bolsas en el suelo, dentro de esa bolsa viene una pasta de tomate y hasta se la estallaron y el jabón se los tiraron como tradicionalmente decimos “a la garduña”.

El señor de los conos se fue muy agradecido, pero humillado por los militares, luego que les dieron la bolsa a los otros dos, yo me devolví a mi casa y el Sr. De los conos me esperó en una esquina y me dijo: “Quiero agradecerle por lo que hizo conmigo, le voy a regalar un cono”, yo le dije que no, que eso era un derecho y que no gastara su mercancía, pero él insistió en que por favor le aceptara el cono, se lo acepté.

Quise llorar, quise en un momento escupirles la cara a esos ineptos y arrogantes, no tenía otro remedio que pelear conforme a derechos, sabía que tenía las de perder si me ponía a decirles algo, porque sé que ellos ahorita tienen el “poder” gracias a un monigote que nos dirige, posiblemente me golpearían, me llevarían detenido u otra cosa peor, pero me siento orgulloso de haber ayudado a cuatro personas humildes que lo necesitaban. Lastimosamente yo no andaba mi celular para comprobar con pruebas lo que están leyendo.

Honestamente, quisiera que llegara un gobierno que eliminara estas Fuerzas Armadas que no sirven para nada, y si tan “dignos” son para “administrar las cosas” que solo hacen el mate de “honorables” frente a las cámaras de televisión, así mismo que administren bien y rindan cuentas de los 4,000 millones que se les dio para el “Programa Agrícola” y que al son de hoy, esos fondos brillan por su ausencia.

En mis 23 años de vida, he conocido un gobierno tan miserable, tan repudiable, y tan asqueroso como este, no es posible que así traten al pueblo, al mismo que tienen sumergida en la miseria y no podría creer, porque sería lo más insólito que haya gente tan “estólida” que vuelva a votar por “los mismos de siempre”. ¡Pobre de mí Honduras! Pero tengo la certeza que un día pagarán en carne propia todo lo que nos han hecho.


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